sábado, 5 de abril de 2014

La «fronteras» simbólicas del patriotismo

Elier junto a los intelectuales cubanos Eduardo Torres Cuevas y Fernando Martínez Heredia
Yisell Ridríguez Milán
Soy Cuba
Elier Ramírez Cañedo tiene 31 años. En Cuba si tienes menos de 35 años eres política, social y culturalmente considerado una persona joven. Y por eso, entre otras razones, valen tanto las sabias opiniones de Elier quien, además, es Doctor en Ciencias Históricas desde el 2011 y coautor de los libros El Autonomismo en las horas cruciales de la Nación Cubana y De la confrontación a los intentos de «normalización». La política de los Estados Unidos hacia Cuba.
Con él, que es alto, agradable y usa espejuelos como muchos de los buenos investigadores que gastan sus ojos tras montones de textos o la pantalla de un computador, conversó Soy Cuba sobre un tema que, en este país, con este contexto y para esta juventud formada entre conflictos económicos y dilemas marcados por el mar, pudiera ser considerado sutilmente «espinoso»:el patriotismo.

¿Cómo se mide un acto de patriotismo? ¿Es posible autoproclamarse patriota sin haberse probado antes en situaciones tensas como una guerra, por ejemplo?
Yo lo mediría por el nivel de entrega, sacrificio y desprendimiento, con el que una persona sirve a su Patria. No es necesario probarse en una situación de guerra. Actos cotidianos en tiempos de paz pueden catalogarse como patrióticos. Pienso, por ejemplo, en todos los cubanos que resistieron los años más difíciles del período especial, manteniéndose al lado de la Revolución y del socialismo.
Eso constituyó un acto de heroísmo colectivo, que amerita ser más conocido y divulgado entre las nuevas generaciones, como una gran proeza del pueblo cubano. También pienso en los que todavía continúan arrostrando numerosas necesidades económicas, pero se mantienen fieles al proyecto de nación que nos hemos trazado, con la intención de ser cada día más útiles, dispuestos a los mayores sacrificios por su patria.
«Sería un error asociar el patriotismo solo a las personas de bajos ingresos económicos; un cuentapropista, un artista, un deportista, u otro ciudadano que tenga una buena posición económica también puede ser un patriota cubano de nuestros tiempos. Todo depende de la actitud que adopten ante la vida y su compromiso social.
Si sus ingresos están acorde con lo que le aportan a la Patria, bienvenido sea. Ojalá todos pudieran en Cuba ganar un salario decoroso, en correspondencia con el principio socialista: de cada cual según su trabajo, a cada cual según su capacidad, pero sabemos que aun no están creadas las condiciones para alcanzar esa meta tan necesaria.
Por otro lado, si hacemos un análisis riguroso, hay que decir que en la Cuba revolucionaria nunca ha habido un período de generalizada y permanente paz. La guerra de los Estados Unidos contra Cuba ha sido permanente. Si bien  hemos vivido etapas más tranquilas y de relativa distensión, ¿podemos decir que la guerra económica, mediática, psicológica, ideológica y cultural, de la potencia más poderosa del orbe contra nuestro país, ha cesado en algún momento? ¿Cuándo hemos dejado de estar en guerra? Hay muchas formas de ser agredidos más allá de lo convencional.
Las guerras que está desarrollando el imperialismo estadounidense cada día son menos convencionales. Algunos autores las llaman "guerras de cuarta generación". Contra Cuba, prevalece la económica, y cada vez irrumpe más la ideológica-cultural. Por todas esas razones históricas y actuales, es imposible hoy ser un patriota cubano sin ser antiimperialista.
La propia agresividad del imperialismo estadounidense ha contribuido a ligar indisolublemente en nuestras circunstancias patriotismo y antiimperialismo; aunque muchos cubanos solo ven el imperialismo representado en los Estados Unidos, que ha sido el enemigo histórico de la independencia y soberanía de Cuba.

¿Qué ha caracterizado al patriotismo en Cuba a lo largo de la historia nacional?
No todos los patriotas pueden medirse de la misma manera. Siempre hay algunos que marchan a la avanzada, que sobresalen. Podemos decir que son los arquetipos del patriotismo.
«Estamos hablando de una actitud ante la vida. Pero existen ejemplos en nuestra historia, por qué no decirlo, de extensas hojas de servicios a la Patria, manchadas por la traición o la ignominia, o de aquellos que siendo en el fondo farsantes, se vistieron de patriotas. Aunque también los hubo que en algún momento fueron pusilánimes, y luego, por vergüenza o madurez ideológica, realizaron actos de verdadero patriotismo, incluso ofrendaron sus vidas a la Patria. Así de rica, contradictoria y diversa ha sido nuestra historia, reflejo fiel de la misma existencia humana.
En el caso concreto de Cuba, el patriotismo se ha caracterizado a lo largo de la historia por la voluntad de ser útil; el amor a la tierra en que se nació y a nuestros símbolos, mártires y tradiciones; las ansias de libertad; los sacrificios más elevados; la entrega sin límites a causas revolucionarias e ideales de justicia; la capacidad de resistencia frente a todo tipo de adversidades y de superar obstáculos; y el desafío continuo a los límites de lo posible. Tenemos el privilegio y el orgullo de contar con una historia pletórica de acciones patrióticas. No voy a mencionar hechos concretos, pues la lista sería interminable u omisa.
Hoy consideramos que el patriotismo cubano es el resultado de una acumulación histórica, de una tradición, de una herencia cultural, pero no podemos pensar que los cubanos de finales del siglo XVIII o del XIX, lo entendían de la misma manera, aunque existan muchos puntos de contacto. Tampoco para las generaciones venideras el significado será exactamente igual al de nosotros.
Al tener un carácter subjetivo, está sometido a constantes actualizaciones, más allá de que la herencia cultural se mantenga. Muchos actos considerados patrióticos en un contexto histórico determinado, al extrapolarse a otra época histórica, pueden ser entendidos de otra manera.

¿Está divorciado el concepto de patriotismo del de nacionalismo?
Son conceptos que guardan relación, pero resultan diferentes. El patriotismo es una actitud mucho más abarcadora y no tiene que limitarse exclusivamente al amor y la defensa del país en que se nació. Miles de cubanos a lo largo de la historia han demostrado su patriotismo sirviendo solidariamente a las causas revolucionaras de otros pueblos y naciones. Para muchos de ellos, ser patriota es ser internacionalista y eso se ha incorporado a nuestra cultura política.
El nacionalismo, que puede tener varios apellidos, se limita a los sentimientos y aspiraciones de un grupo humano dentro de un contexto nacional. Puede incluso expresar una posición de chovinismo de una nacionalidad dada. Los nacionalismos también se construyen y reconstruyen continuamente.

Dicen que el poeta Heredia, que solo vivió unos pocos años en Cuba, fue uno de nuestros grandes patriotas. Siguiendo esta línea ¿define el tiempo que vivas en tu país la dimensión del amor a la patria? ¿Puede el patriotismo continuar más allá de las fronteras, más allá del mar?
No creo que el tiempo que se está fuera del país que te vio nacer defina el amor a la patria. Martí, Nicolás, Heredia, Félix Varela y muchos otros grandes cubanos vivieron mucho tiempo fuera de su Patria, algunos incluso sumaron más años en la emigración que dentro de Cuba.
Sin embargo, la dimensión de su amor a Cuba fue incalculable. Se convirtieron en modelos, en paradigmas del más auténtico patriotismo cubano. Por el contrario, otros que vivieron toda su vida en el país, en cuestiones de patriotismo no le llegaron a estos hombres ni a los talones. No se trata de una cuestión de fronteras, sino de entramados simbólicos y sentimentales, traducidos en actitudes. Se puede ser un emigrado y ser un gran patriota y se puede estar en el país que se nació y ser cualquier cosa menos patriota.

¿Está todo esto relacionado con las posturas políticas? ¿Puede ser patriota «un cubano en Cuba» y «un cubano en Europa o en Miami», por ejemplo?
Yo creo que sí, que hay muchos cubanos en Miami que son patriotas, que defienden a Cuba y su Revolución. De hecho, de alguna manera el patriotismo de esos cubanos, con estas posiciones, será siempre mucho más estimado, que el de los que se encuentran en el archipiélago, pues es más fácil ser patriota en Cuba, que en Miami, donde se encuentra la más fanatizada extrema derecha de origen cubano.
La imagen más perfecta que tengo de esta contrarrevolución es la de aquella mujer gritando exasperada: «tumben ese avión, tumben ese avión», cuando se traía de vuelta a Cuba al niño Elián González. Ser un patriota cubano en ese medio tan hostil es algo muy meritorio y requiere mucho valor, incluso poner en peligro la propia vida.
Hay otros cubanos en Miami que no simpatizan con la Revolución cubana, pero tampoco militan contra ella. Yo no los pongo en el mismo nivel de los anteriores, aunque no los tildo de antipatriotas. Prefiero llamarles cubanos, o emigrados cubanos en los Estados Unidos.
Muchos de ellos están en contra del bloqueo y a favor de la normalización de las relaciones con los Estados Unidos, lo cual ya indica una conducta digna, decorosa y sensata.
Los antipatriotas son los que apoyan el terrorismo contra Cuba, el bloqueo y todas las demás medidas agresivas, los que viven del negocio anticubano. Ni siquiera se les puede llamar «contrarrevolución cubana», como explica muy bien Esteban Morales en uno de sus ensayos, porque nunca han tenido proyecto propio, sino que han asumido el de otra nación: Estados Unidos. Fue el gobierno de Washington quien los creó, luego los financió y apoyó hasta el día de hoy.

¿En Cuba el término patriotismo está indisolublemente ligado al de Revolución?
Por supuesto que sí, creo que para ser patriota en la Cuba de hoy hay que estar con la Revolución y el socialismo. Es la Revolución el proyecto social que nos permitió por primera vez ser absolutamente independientes, tanto en el plano doméstico, como internacional. Ello no implica una posición acrítica frente al proceso, sino todo lo contrario, el pensamiento crítico es imprescindible al socialismo. Pero como también ha dicho Enrique Ubieta, existe una crítica revolucionaria, y una crítica contrarrevolucionaria, puede que en algún momento coincidan en el diagnóstico, pero siempre se diferenciarán en la solución y en las intenciones.
Por otra parte, esos que solo se dedican a criticar y destruir, una especie muy singular de francotiradores, a ser expectantes de los acontecimientos y únicamente piensan en lo que la Revolución debe ofrecerle a su peculio personal y familiar, no pueden considerarse patriotas. Tampoco los que transmiten constante pesimismo por doquier y no están dispuestos al menor sacrificio.
Pero también hacen mucho daño a la Revolución los oportunistas que se disfrazan de patriotas y adoptan posiciones de acendrado dogmatismo. Esos que ponen sus cuotas de poder por encima del proyecto y que nunca se equivocan o tienen problemas, pues siempre pretenden quedar bien con los superiores. Los que no tienen un pensamiento propio, poco o nada aportan a la Patria.

¿Un contrarrevolucionario también pudiera ser patriota?
También puede ser un patriota, pero solo dentro de esa contrarrevolución que no es cubana, o para el gobierno que ha fabricado dicha contrarrevolución, en este caso los Estados Unidos. Por eso los mercenarios caídos en Girón, que ellos llaman Brigada 2506, tienen un monumento en Miami y los sobrevivientes fueron recibidos con todos los honores por el presidente Kennedy luego de ser liberados en Cuba, cambiados por alimentos y medicinas. Posada Carriles  puede también ser un patriota para esa extrema derecha y el gobierno norteamericano, aunque sea un terrorista confeso. También Fariñas, Berta Soler y Yoani Sánchez.

Si tenemos en cuenta nuestra historia y la de América Latina, ¿suele ser la juventud la etapa en que «estallan» con más frecuencia los sentimientos patrióticos?
Generalmente sí, pues en muchos casos los actos de patriotismo están unidos a actos de rebeldía, algo que es más común en las edades más tempranas de la vida, aunque no exclusiva de estas.

¿Cómo crees que ha contextualizado el patriotismo el universo juvenil cubano de hoy? ¿Podría decirse que ha tomado nuevas dimensiones a partir de nuevas formas de entender la Patria?
Yo creo que la manera de entender la Patria se ha enriquecido y, al mismo tiempo, se ha contextualizado la manera de servirle. La generación del 30 tuvo la suya, también la del Centenario y la de las misiones internacionalistas en América Latina y África. A la nuestra le corresponde una fuerte batalla ideológica y cultural en todos los terrenos.
Batalla ideológica y cultural, cuya victoria depende en buena medida también del avance que se logre en la actualización del modelo económico y social de nuestro país, proceso en el cual los jóvenes son y deben ser protagonistas.
A los jóvenes de hoy les toca hacer muchos sacrificios por sacar el país adelante. Ahora está el reto de continuar, trazarnos nuevas metas y alcanzar nuevas conquistas para la Patria. El patriotismo juvenil hoy adquiere nuevos contenidos, pero en sus esencias se haya conectado a un tronco común, sembrado y alimentado por nuestros antepasados.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que la Patria es también sueños, aspiraciones, y nunca está totalmente hecha y asegurada de acechanzas y defectos. Si fuera así, no hicieran falta ya más patriotas.
«Mientras haya trabajo que hacer por la Patria, mientras haya necesidad de seguir empujando para poner la justicia tan alta como las palmas, harán falta los patriotas cubanos. Esto es muy importante que se comprenda. Si bien para ser un buen patriota hay que conocer nuestra historia, no podemos ser sujetos inmóviles que se regodean de lo alcanzado.

Según algunos estudios sobre juventud hoy la familia, la superación profesional, y las condiciones materiales de vida son, en ese orden, las aspiraciones de las generaciones más jóvenes del país, lo cual podría llevar a preguntarse: ¿no atentan las condiciones económicas desfavorables en la opinión o los sentimientos que pueda tener un joven sobre su patria?  
Es indudable que las dificultades económicas por las que hemos atravesado durante tantos años han hecho su labor de zapa en las conciencias y hay un retroceso notable en los valores socialistas y un avance de la mercantilización de las relaciones sociales, del individualismo y del egoísmo. Muchos han optado por refugiarse en sí mismos y la patria se ha convertido en algo que no va más allá de la punta de sus zapatos o de las paredes de su casa. El término «luchar», tiene una connotación diferente para ellos.  No se trata, en esos casos, de luchar por la justicia y la dignidad de la mayor cantidad de hijos del país, sino de luchar para sí, aunque ello implique una afectación a terceros. Todo eso hemos visto en estos años. Pero también, como las reservas morales y patrióticas del pueblo cubano han impedido que se pierdan las esencias y en los momentos de mayor calamidad, ha resurgido la solidaridad. Hay que seguir apelando a esas reservas morales y al mismo tiempo ir recuperando la economía.

Muy difícil o muy aburrido pudiera parecerle el ser patriota a muchos jóvenes debido a la forma en que reciben los contenidos históricos en clases. ¿Crees que influye la forma en que se enseña historia hoy en la representación social que tiene una parte de los jóvenes sobre el patriotismo?
Por supuesto, ya decía en una entrevista anterior que la historia sacralizada no es historia, pero además no convence ni seduce a los jóvenes. Hay que humanizar más a nuestros héroes, reflejarlos en sus contradicciones y multiplicidad de matices, acercarlos más a nosotros y no convertirlos en soles inimitables.
Otro problema que tenemos es que en muchas ocasiones somos omisos y maniqueos en el análisis de figuras y procesos, y no nos damos cuenta de que cada vacío que dejamos constituye una vulnerabilidad que nuestros enemigos han aprendido a aprovechar muy bien. La ignorancia y el olvido no pueden ser las recetas que empleemos cuando analizamos algunos temas de nuestra historia que podemos considerar "espinosos".
En la historia no puede haber anatemas. Algunos piensan que abordar estos tópicos es «hacerle el juego al enemigo. Yo pienso que al no tocarlos es que verdaderamente se lo hacemos.

Dígame alguna manera, si es que la hay, en que los jóvenes cubanos muestren su patriotismo a diario, aunque ellos mismos no lo sepan.
Esos jóvenes blogueros revolucionarios cubanos que hoy están peleando en Internet y en las redes sociales, defendiendo a nuestro país del cerco mediático y acercando al mundo a la vida real del cubano, a la Cuba verdadera, son patriotas cubanos del siglo XXI.
También lo son todos esos jóvenes periodistas, cuentapropistas, dirigentes, cientistas sociales, escritores y artistas que defienden nuestra obra y nuestros valores, frente a los intentos neocolonizadores del sistema capitalista. Los que se enfrentan día a día a la indolencia, la chapucería, el oportunismo y esquematismo. Los que se la pasan buscando ideas renovadoras para transformar la realidad que los circunda.
Pero no lo son menos nuestros médicos, maestros, campesinos, científicos y deportistas. Todos esos que trabajan por y para Cuba, más que para sí mismos. Que aspiran a una Cuba mejor, a un socialismo mejor, y no se quedan en sus casas de brazos cruzados a ver qué sucede con el futuro, sino salen todos los días con la frente en alto a poner su inteligencia y su sudor en función de la patria y de ese futuro que saben que de ellos depende que sea luminoso».

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