lunes, 20 de abril de 2015

5 verdades sobre Cuba en la Cumbre de las Américas

Yisell Rodríguez Milán
(Delegada en el IV Foro de Jóvenes de las Américas, uno de los eventos de la Cumbre)

Blog Lente de Aumento
No es mi costumbre escribir tan largo y tendido en el blog pero mañana parto por varios días a otro rincón de Cuba y la necesidad de exponer mis criterios me obligan a “enlistar” para dejar claras —desde mi punto de vista—algunas cuestiones que considero influyentes con respecto al debate que ha generado en redes sociales, páginas personales y sitios web la presencia cubana en la Cumbre de las Américas.
Opino, además, que pasara lo que pasara allá Cuba sería la gran noticia de la Cumbre de las Américas. Tres hechos nos validaban como atractivo periodístico:
1) Era la primera vez que participábamos como país en un espacio organizado por la Organización de Estados Americanos desde que fuéramos expulsados,
2) Se esperaba el primer encuentro entre Raúl Castro y Barack Obama después del 17 de diciembre de 2014, y
3) Cubanos a favor y en contra de la Revolución cubana coincidirían por primera ocasión en un mismo espacio internacional de diálogo.
Demasiadas “primeras veces” como para que no fuéramos el palo periodístico ¿verdad?.
Los dos sucesos que encabezan la lista ocurrieron tal cual se esperaba: Cuba estuvo en Panamá y Raúl conversó con Obama, a quien le habló en su discurso del injusto decreto contra Venezuela, de la Historia de Cuba y hasta le regaló unos elogios que hay a quienes les han parecido excesivos en tanto a mí se me figuraron una buena táctica.
¿Imaginan cómo habrá quedado el estadounidense ante los miamenses que odian al Gobierno revolucionario? ¿Es posible calcular el grado de compromiso público que entrañaron esas palabras no solo para el mandatario norteamericano sino para un Estados Unidos que aprecia tanto los símbolos y la hidalguía?… en fin, que dejo eso para otro post.
El tercer gran hecho noticiable, ese para el cual se preparó a la opinión pública latinoamericana con varios meses de antelación y por el cual algunos conocidos juzgan en redes sociales que hicimos “el trabajo sucio”, no se dio. Cubanos a favor y en contra de la Revolución cubana, aunque coincidieron en el mismo espacio y tiempo, no dialogaron.
¿Por qué sucedió esto en un escenario internacional donde confluyen ciudadanos de toda América con diferentes posiciones políticas con respecto a sus gobiernos? ¿Habían otras formas de protestar contra la indignación provocada por la presencia de los coterráneos incluidos en el Foro de la Sociedad Civil?, son esas las preguntas que motivan este post y las 5 verdades que expongo a continuación:

1. ¿Por qué Cuba protestó?
Aborrezco ser repetitiva (ya he dicho todo esto en Facebook y en Twitter, incluso desde Panamá) pero me obliga la vehemencia con la que queridos conocidos cuestionan en redes sociales el comportamiento de Cuba en la Cumbre de las Américas. Hay quienes opinan que debimos asumir otra actitud, quizás ausentarnos de esa cita interamericana o retirarnos con una proclama como hizo el Proyecto Cuba Posible dejando al resto de los presentes dialogar en paz en vez de protestar tanto.
No estoy de acuerdo. Retirarnos o no asistir hubiera tenido tres consecuencias que duele imaginar:
De todas formas para los medios de prensa, Cuba habría estado presente en los foros y en especial en el de la Sociedad Civil y el de Jóvenes. Allí la representación de la Isla habría quedado a merced de una «oposición» cubana —denunciada por Wikileaks— articulada y financiada por la NED (Fundación Nacional para la Democracia), fachada de la CIA, y otras estructuras anticubanas, que no representa al pueblo cubano aunque lo convierta en centro de su discurso en el exterior.
La agenda política que privilegiarían sería la del apoyo al bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba; la oposición al proceso de normalización de las relaciones diplomáticas con la nación norteña y quizás hasta la posibilidad de una intervención militar en la Isla. No les interesa la opinión internacional expuesta en las votaciones de la ONU contra el bloqueo y los mecanismos de integración en América Latina están fuera de sus intereses digamos que monetarios.
La condena a la injerencia externa en los asuntos internos de cualquier país del mundo, la eliminación de las bases navales estadounidenses dispersas aún por Latinoamérica, la defensa de América Latina y el Caribe como zona de paz —como se proclamó en la II Cumbre de la Celac—, el respeto al sistema político que cada pueblo considere más democrático, entre otros temas relacionados con la importancia de los proyectos sociales por encima de la privatización, y mucho más… es probable que no estuvieran en las declaraciones finales de los foros que monopolizarían.
Pero de todo eso, y más, dialogaron los cubanos revolucionarios presentes no solo en los espacios de la Sociedad Civil y de los Jóvenes sino además en el de Empresarios y en el de Rectores.

2. ¿Se contrapone la actitud de los revolucionarios con respecto a los disidentes con la del presidente de la Isla con respecto al mandatario norteamericano?
No. En mi opinión Raúl hizo lo que consideró correcto en beneficio del futuro de los cubanos en general. Actuó como lo hacen los presidentes, y en nuestro caso actuamos como lo hace el pueblo (¿No era ese el objetivo de invitar a la sociedad civil?).
En su discurso catalogó a Obama como un hombre «honesto», quizás —además de los argumentos expuestos— porque ni en su discurso del 17 de diciembre negó la posibilidad de lograr con Cuba mediante el restablecimiento de relaciones lo que no alcanzaron anteriores gobiernos con el bloqueo, tal vez porque sin caretas sus representantes se reunieron en La Habana con conocidos disidentes o porque no ocultó su interés en Panamá por mostrarle al mundo quienes apoyaban a los mercenarios cubanos que estaban allí.
Cualquiera que sea la causa quienes protestamos contra la presencia de esa oposición construida, aunque aplaudimos la intervención del presidente cubano, nunca hubiéramos aceptado callados el diálogo que los organizadores de la Cumbre intentaron imponernos —por citar solo cuatro ejemplos— con:
—Félix Rodríguez, el hombre que ordenó asesinar a ese símbolo universal de la rebeldía revolucionaria que es el Che Guevara;
—Guillermo Fariñas, violento admirador del terrorista Luis Posada Carriles, quien voló en pedazos una nave de Cubana de Aviación con 73 personas a bordo e intentó hacer lo mismo con el Paraninfo de la Universidad de Panamá;
—Elizardo Sánchez Santa Cruz, con más de 87 mil dólares recibidos entre el 2008 y el 2014 de organizaciones anticubanas y proterroristas como Unidos en la Acción para los Derechos Humanos, la Fundación Hispano Cubana, la Fundación Nacional Cubano Americana y el Observatorio Cubano de Derechos Humanos por enlistar prisioneros políticos entre los que no faltaron pintores de siglos pasados y equipos deportivos completos;
—Manuel Silvestre Cuesta Morúa, contratado por la NED por 14 mil 400 dólares para desarrollar proyectos subversivos en Cuba y para que asista a eventos internacionales donde actúe como contraparte de delegaciones oficiales cubanas.
Con esos —como le escribía a una conocida de Facebook— no se dialoga ni jugando a la pelota. Y termino este punto con un fragmento de algo escrito por Rafael Hernández, el director de la Revista Temas, que me parece muy oportuno:
“Imaginemos a un partido en EEUU que promoviera el cambio hacia un sistema político, económico y social similar al de la República Popular China. Que ese partido, o conglomerado de grupos, careciera de un liderazgo estable o definido, de una ideología coherente, salvo oponerse al orden prevaleciente en EEUU y abrazar el modelo de la RPCh; y que se autodefiniera como la genuina representación de la sociedad norteamericana, aunque no expresara el interés real de ningún sector social en particular. Supongamos que el gobierno chino, como parte de su presupuesto oficial, le otorgara a ese conglomerado cientos de millones de yuanes, para fomentar lo que aquel llamaría un proyecto de “evolución pacífica” hacia un modelo de país que conllevara una relación íntima con China. Finalmente, pongamos por caso que la República Popular estuviera donde hoy queda Canadá, con una población 30 veces mayor y una economía 233 veces más potente que los EEUU, tuviera medio siglo de muy malas relaciones con este país, y que su presidente insistiera en retratarse con los líderes de tal conglomerado.
“¿Cómo reaccionaría el gobierno de EEUU? ¿Recluiría a este grupo en la base naval de Guantánamo, sin derecho a juicio o protección legal? (…) ¿O sería posible que lo identificara como oposición legítima, dedicada a ejercer sus derechos civiles, a disentir del orden establecido, a cultivar el librepensamiento y a comportarse como buenos ciudadanos? ¿Aparecerían ante los norteamericanos como defensores de la democracia y el pluralismo, capaces de practicar el diálogo y el respeto hacia los que no comparten sus ideas?
“Si se aprecia serenamente todo lo anterior, se apreciará que, incluso si no se aprueba la reacción cubana ante los disidentes, esta no se reduce a simple impulso ideológico, ineptitud para lidiar con el disentimiento, cerrazón mental o pura maldad. (…) El problema no son ellos, sino la política norteamericana que los auspicia, enunciada aún hoy como “traer la democracia y los derechos humanos a Cuba”, y dirigida no a objetivos puntuales, a “los Castros” o la “exportación de la revolución”, sino a transformar el orden social, económico y político del país a su imagen y semejanza (“promoteourvalues”, dijo Obama el 17D)”.

3. Mentiras y medios.
Desde la cama del hotel donde me hospedé en Panamá, veo por la televisión como los diferentes medios prensa presentan a los cubanos llegados desde Cuba con el mandato de la sociedad civil(integrada por más de 2 mil organizaciones) como un grupo exaltado y potencialmente agresivo.
Tanto es así que, el viernes, un amigo panameño me aconseja dejar de usar mi pullover que dice Soy Cuba… por seguridad.
Los buenos, los cubanos pacíficos —según trasmite la TV— son los otros, los llegados desde Miami en Estados Unidos, y desde algunos otros países para “promover un plebiscito en la Isla” y dialogar sobre el futuro político del país.
Uno de esos “pacíficos”, en el lobby del hotel El Panamá, miró de frente a una amiga y le dijo: “Cuidado y no regresen sin uno”.
Hace semanas —me había dicho el representante allá de la Sociedad Cultural José Martí— que esos andaban dando entrevistas a cuanto medio les pusiera delante un micrófono o una cámara. Y fue mucha la prensa complaciente…
Fui testigo de las barbaridades que dijeron y nadie les hizo un rap o les puso como portada de alguna revista o los acosaron a preguntas como hicieron con los revolucionarios en medio de las provocaciones mercenarias.
Esos canales no inquirieron (o lo hicieron poco), por ejemplo, acerca de a quiénes representaban los disidentes. Ni profundizaron en la cantidad de cubanos que no comparten su agenda política o sobre sus propuestas a otros pueblos de la región —para incluir en la declaración final de los foros— en cuanto a iniciativas para revertir el caos en que se ha convertido Latinoamérica debido al subdesarrollo y el entreguismo de algunos gobiernos a Estados Unidos.
Sobre nuestras denuncias, como era de esperar, fueron escuetos y manipuladores de varias maneras.
El historiador Elier Ramírez narra su vivencia en el blog Dialogar, dialogar: “Recuerdo que un camarógrafo de una televisora miamense me ofendió y se retiró junto al periodista, al no estar dispuesto a oír ciertas verdades. No me dio tiempo por desgracia a preguntarles de qué libertad de opinión y prensa estaban hablando”.
En otro caso un reportero extraviado lo presentó en vivo como un “disidente” y se llevó un buen susto ante los argumentos del muchacho.
Pero, creo yo, entre lo que más nos afectó estuvo que los isleños no estamos adaptados a enfrentar la agresividad de los medios de comunicación capitalistas y que se hiperbolizó el alcance de las protestas que tuvieron lugar durante la plenaria inicial del Foro de la Sociedad Civil y en el lobby del Hotel El Panamá.
Fueron esos los momentos que se robaron el show, ignorándose todas las denuncias previas que habíamos realizado y que, ante la ausencia de una acción concreta del Comité Organizador, nos llevaron a reclamar como han hecho desde siempre los indignados y activistas del mundo: con consignas.
Algunas de esas consignas tengo la percepción de que han molestado e indignado más a mis amigos que las causas de nuestros reclamos en Panamá.
Entre esas acciones previas poco visibilizadas que menciono estuvieron:
—Alerta de la cancillería cubana al Comité Organizador de la Cumbre de las Américas sobre los disidentes financiados que habían aprobado como participantes en el Foro de la Sociedad Civil. Respuesta: Ninguna.
—Carta de el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y el Reverendo Raúl Suárez al Comité Organizador del Foro de la Sociedad Civil, en la que demandan la expulsión de las personas que empañaban el objetivo del evento. Respuesta: Ninguna
—Declaración de los representantes de Cuba en los foros paralelos de la Cumbre realizada a través de una conferencia de prensa de los primeros llegados a Panamá y un tabloide repartido por toda la capital panameña.   Respuesta: Ninguna.
—Denuncia del presidente de la Organización Continental Latinoamericana de Estudiantes (OCLAE) ante los medios de prensa y el Comité Organizador debido a la presencia en el Foro de la Sociedad Civil de Félix Rodríguez, antiguo agente de la CIA y uno de los asesinos del Che Guevara. Respuesta: Ninguna.
—Reclamos por las vías establecidas al Comité Organizador del evento debido a la falta de acreditación de 28 cubanos aprobados por la Red de Derechos Humanos de Panamá. Respuesta: Enviaron a nuestros representantes de un lado a otro del hotel sin darles solución alguna.
La pasividad insultante del Comité Organizador, que con su silencio nos empujaba a compartir con esa gente un espacio de diálogo interamericano especial por las connotaciones políticas y mediáticas a las que hice referencia al principio, provocaron a partir de entonces las protestas a voz alzada.
Todavía me pregunto cuáles eran las verdaderas intenciones al poner cubanos tan diferentes en un mismo espacio. Me quedan dudas sobre la certeza del deseo de que fuéramos a dialogar y a veces me he preguntado si solo no habrán querido fortalecer con las confrontaciones que supondría este encuentro la imagen de esta Cumbre como algo trascendental en todos los sentidos… hasta en sus conflictos.
Y hablando de conflictos es necesario aclarar, otra vez, dos cuestiones importantes:
a) Que ninguno de los cubanos invitados a los foros estuvo presente en la provocación de los disidentes que quitaron del busto de Martí las flores que habían puesto los rectores en el parque ubicado frente a la embajada de Cuba. Yo me enteré y vi la pelea por YouTube.
b) En el lobby del hotel El Panamá tampoco hubo golpes. Ante los carteles de “Democracia es respeto” (una frase que bien y con mejores razones pudimos enarbolar nosotros) respondimos con fotos de Fariñas junto a Posada Carriles y de Antúnez con Félix Rodríguez, muchas banderas, y hasta La Guantanamera (una canción que tarareé con fuerza, ya saben ustedes por qué).

4. Se dividen las mesas de Gobernabilidad y Participación Democrática en Foro de la Sociedad Civil. Sesionan de manera normal las otras 4 mesas de trabajo.
Como bien posteó un amigo en su Facebook, nunca abandonamos un espacio que creímos merecer. Yo, obviamente, no estuve en la apertura de las mesas de Gobernabilidad democrática y Participación ciudadana del Foro de la Sociedad Civil porque fui como delegada al IV Foro de Jóvenes de las Américas, pero como parte de los presentes supe los pormenores.
Conocí, por ejemplo, que cuando abrió la sesión de trabajo mis amigos —porque después de Panamá creo que todos lo son, aunque a la mitad ni los conozca— en ambas mesas tomaron la palabra y una y otra vez denunciaron la “contaminación” de aquellos espacios.
Fue esa la primera vez que hubo una respuesta concreta por parte de los organizadores quienes se fueron junto con los denunciados y una parte de la derecha latinoamericana. Después de eso, todo se reorganizó en esos salones y los debates fluyeron con normalidad con la presencia de representantes de Panamá, Colombia, Brasil, Venezuela, Ecuador, Chile, México, entre otros.  [Relatoría de la Mesa de Gobernabilidad Democrática al Foro de la Sociedad Civil]
Luego nos enteramos de que, en el sótano del Hotel El Panamá, los disidentes habían creado mesas de trabajo alternativas sobre los mismos temas.
Era difícil prever lo que sucedería ese mismo día por la tarde durante el diálogo con los presidentes, cuando representantes de las diferentes mesas debían presentar sus propuestas a los mandatarios. Busqué en la web oficial de la Cumbre de las Américas y, al parecer, ante el evidente disenso no se aprobó declaración alguna sobre Gobernabilidad Democrática y Participación política.
Nosotros no estuvimos ahí. Quienes habían defendido con fuerza el derecho de los isleños a una representación digna decidieron no asistir al diálogo con los presidentes por respeto a Varela y a Obama, quienes estarían tan presentes como los mercenarios denunciados desde el 7 de abril, cuando llegamos, y ante cuya presencia ¿cabe alguna duda? volveríamos a protestar.

5. Cubanos participan sin problemas en IV Foro de Jóvenes de las Américas.
De este espacio tengo mucho más que contar, aunque a casi nadie parece importarle que los presentes allí hayamos dialogado con muchos representantes de la derecha continental y lográramos un consenso en torno a la declaración oficial de todas las mesas.
Incluso, Pablo Ordaz Ramos, Licenciado en Biología y tecnólogo del Centro de Inmunoensayo, leyó en la clausura del IV Foro el documento final de la mesa de Medio ambiente. En un foro online desarrollado al respecto en Juventud Rebelde, podrán encontrar sus opiniones y las de otros participantes.
Quienes me digan que todo transcurrió de esa manera porque no hubo disidentes tendrán razón. Y agregaré que así debió pasar en toda la Cumbre, quizás si hubiera sido más justo Panamá —y digo así refiriéndome al presidente del país, de la OEA y a su Comité Organizador— el diálogo sobre Gobernabilidad democrática y Participación ciudadana que algunos vieron truncados se hubiera dado…
Y para concluir este inmenso post, que he escrito durante buena parte de la noche y termino a las 4:14 am del 20 de abril (justo siete días después de mi regreso de Panamá),dejo aquí —por si alguien famoso pasa a leer— algunos breves consejos para una futura Cumbre de las Américas si es que la OEA no desaparece antes:
1— Sin importar que país sea la sede, la cantidad de personas por nación en cada foro debería ser equitativa y no estar basada —digamos— en la cantidad de habitantes ni en privilegios políticos.
2— Sin importar la tendencia política predominante entre los organizadores, deberían estar equilibrada las fuerzas de derecha, de izquierda, centro, etc… en cada uno de los espacios paralelos.
3— Sería recomendable que en esa sociedad civil no priorizaran tanto a los empresarios y se le diera más valor a las organizaciones y movimientos sociales que, ante la ausencia de tribuna, marchan a la Cumbre de los Pueblos cada vez que se reúne la de las Américas.
4— No debería permitirse la acreditación de asesinos o personas financiadas para usurpar el papel que corresponde a verdaderos representantes de las sociedades civiles de las dos Américas. Imagino que algún súper mecanismo de investigación tendrá activado el Comité Organizador para aprobar o no a los autopropuestos, asegurándose de que ninguno vaya a poner una bomba. O sea, solo tiene que echarlo a andar…
5— Sería prudente que los organizadores no se arrogaran el derecho —como sucedió en el IV Foro de Jóvenes de las Américas— de crear a última hora comisiones diferenciadas para quienes hablan inglés. Si las dos Américas van a dialogar, lo más correcto es que sea en el mismo espacio.
Sin más por el momento,
Yo
PD: Ni se les vaya a ocurrir decir que esta es una respuesta a Ravsberg.

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